Cuando llegamos a este lugar, en 2019, el paisaje era un susurro de arena seca: una ciénaga desértica, salina, castigada por el viento. Los cuerpos de agua estaban detenidos en sí mismos, sin renovación. La vida vegetal era apenas memoria. Pero la restauración comienza con una pregunta científica y un acto de fe: ¿qué especies pueden resistir un territorio límite?

Investigamos. Leímos. Observamos.
Y encontramos en la literatura ecológica dos especies capaces de sobrevivir a las condiciones más agrestes de este ecosistema: el mangle botoncillo (Conocarpus erectus) y el ocarpu. Seres diseñados molecularmente para tolerar salinidades extremas, brisas que erosionan, escasez de nutrientes y una atmósfera desértica.

La reforestación no se “declara”.
La reforestación se hace.
Se colectan esquejes.
Se propagan.
Se siembran.
Se abonan con precisión.
Se protege cada hoja de las plagas, se limpia el salitre, se poda para distribuir energía y se riega con cuidado, aun en tierra de escasez.

Durante seis años, este proceso se ha repetido día tras día.
Y existe un hombre fundamental en esta historia: Ramas.
Wayuu. Guardián del territorio. Testigo de todos los vientos. Él ha sido la presencia cotidiana y silenciosa que vigila, camina, toca la tierra y observa sus ritmos. Él comprende que cada planta nueva es una conversación con el ecosistema; un pacto entre humanos y tierra.
Hoy, en Watú Kite House, donde antes había casi solamente arena y agua detenida, se elevan más de 80 árboles, superando ya los 3 metros de altura. En un territorio que parecía imposible.
Este no es solo un proyecto de siembra:
es evidencia de que la ciencia y la espiritualidad del cuidado pueden escribir futuro en un desierto.

Donde antes había nada, ahora hay sombra.
Donde antes había sal, ahora hay clorofila.
Donde antes había arena suelta, hoy hay raíces que la sostienen.
Este es el bosque que le estamos regresando a la ciénaga.
Un bosque que hoy es hogar de aves, insectos, y nuevas semillas nuevas.
Un bosque que demuestra que sí es posible regenerar.
Que sí es posible sanar.








